Viaje de Lujo: de Dubái a Ras al-Jaima
Esperanza Arcos, socióloga, especializada en lujo e imagen de marca.
Dubái es la más grande, la más profunda, la más alta, la más cara… ¡Esta ciudad es una de las más deslumbrantes que he visto en mi vida!
Todo es nuevo, todo es Más, Mucho, Grande… El Burj Khalifa es el edificio más alto del mundo, los parques son los más bonitos, los más tranquilos, los más limpios y los más verdes del Mundo. El hotel Burj Al Arab, el más galardonado, cuenta nada menos que 7 estrellas y también es la estructura más fotografiada del Mundo.
¡Vaya ciudad! ¡Da vértigo contemplarla desde el cielo!
¡Todo es consumismo de productos de lujo!
Pero no nos detengamos solamente en la contemplación de los maravillosos rascacielos, mismo si estos son de lo más sorprendente. Pues también los zocos son dignos de interés, sobre todo el zoco del oro y el de las especies que se encuentran en el casco antiguo de Dubái: Deira.
Y para visitar un centro comercial de lujo, nada mejor que la inmersión completa en el Dubái Mall, con sus 1.200 comercios y uno de los acuarios más grandes del mundo compuesto por 33.000 animales de 12.000 especies diferentes.
Pasearse por Dubái es embriagador, pero también agobiante. Personalmente necesito tranquilidad y silencio para apreciar un bello lugar…
El Lujo auténtico, el Lujo de nicho, no el de colmena, lo encontré en otra ciudad: Ras al-Jaima situada a unos 55 minutos al norte de Dubái. Las vistas que ofrece este lugar son espectaculares con las montañas Hajar al este y el mar de Arabia al oeste.
Shafiq Haj Oghli, Relaciones Públicas y Marketing Executive Tourism Desarrollo Gobierno de la Autoridad de Ras Al Khaimah, me cautivó con la visita de su querida Ras al-Jaima: sus playas naturales, su tranquilidad espiritual, sus bellas montañas, su cultura antigua, su paseo en camello por el desierto y una maravillosa cena en un oasis de beduinos… Muy poco tiempo para descubrir todos los rincones y curiosidades del más antiguo de los Emiratos.
Me alojé en uno de los hoteles más bonitos y lujosos: ¡El Waldorf Astoria Ras Al Khaimah! Inspirado en los palacios de la Península Árabe.
En un principio Waldorf y Astoria eran dos hoteles distintos entre los cuales existía un pasadizo por el que la gente paseaba con el fin de dejarse ver… De ahí proviene la «Peacock Alley» lo que literalmente significa «La calle del pavo real».
Esta obra es un regalo de la esposa del Jeque de Ras al-Jaima, que representa un Pavo Real realizado con piedras preciosas sobre lapislázuli. ¡Una preciosidad!
Una auténtica Maravilla para la vista y los sentidos. Una experiencia excepcional tanto a nivel personal como espiritual.
La vida en este palacio transcurre entre la quietud acogedora y amical de su equipo de trabajo y la familiaridad protectora de su gente con cierta distancia y respeto.
Su plantilla compuesta por 52 nacionalidades diferentes, es un verdadero microcosmos. Un miembro del personal nos recibe en la entrada, bajo un inmenso reloj, con las toallitas refrescantes, el cóctel de bienvenida y la sonrisa en los labios: se siente uno mimado. ¡Preámbulo de lo que será la estancia!
El reloj es una obra de arte, totalmente elaborado con oro, indica las horas de rezo para los fieles musulmanes y tiene grabado los rezos del Corán, en un lado en árabe y en el otro en inglés.
Este reloj es una auténtica pieza de museo…
Si se cruza uno con Katie Hollamby, la RR.PP., el encuentro será de lo más afectuoso. ¡No lo dude! Es una inglesa de ojos penetrantes y sonrisa dulce. Las primeras palabras que me dirigió fueron como las de una amiga que me estaba esperando: «¡Estoy muy contenta que hayas dejado Dubái para venir a vernos a Ras al-Jaima!»
Estas palabras tan sencillas pero al mismo tiempo tan entrañables y acogedoras, acompañadas de su franca sonrisa bastaron para convencerme de que mi estancia iba a ser única.
¡Y así fue!
Con su playa privada de 350 m, su golf de 18 hoyos con vistas espectaculares, su lujoso spa y sobre todo con su mayordomo personal que acaricia cada deseo y lo convierte en realidad...
Para tal experiencia tenemos que escoger nuestro perfume. Nos proponen varios aromas y elegimos el que nos acompañará durante toda nuestra estancia… Este olor impregnará los albornoces, la habitación, la cama y nos marcará para siempre…
La respuesta es el olfato, nuestro sentido más primitivo y más profundamente arraigado. Efectivamente, con los otros sentidos, reflexionamos antes de obrar, mientras que el olfato da una respuesta emocional no calculada.
Debemos entender que el 75% de las emociones están estrechamente relacionadas con los olores. El cerebro retiene el 35% de lo que huele, el 5% de lo que ve y sólo el 2% de lo que oye.
En nuestras vidas de consumidores, estamos en sintonía con esta realidad, cada vez que vamos a una tienda. Sí, se recomienda aromatizarla para que se la pueda identificar por su “olor” y crear, así, un estado emocional conexo.
Estamos en la era del Aromarketing… Y el Waldorf Astoria lo ha entendido perfectamente.
Está en la naturaleza del hombre dejarse llevar por el deseo, una vez las necesidades colmadas.
Viviendo en la era del consumismo, de la mundialización y de la globalización, el individuo lo quiere todo y en seguida. Todos queremos comer salmón, pero si el salmón se hace asequible, es por una mecánica de sobreproducción y disminución de precio, debida a una calidad menor…
Estoy de acuerdo, ¡aquí es donde difiero de los detractores y expreso la necesidad de defender el verdadero Lujo! El que es escaso, restringido y de difícil acceso, el que es respetuoso con el arte y el artesano; con lo hermoso y también lo justo. El que no tiene más precio que el precio que se merece.
Y para el paladar, el mío fue colmado tanto en el «UMI», un japonés muy selecto donde el pescado utilizado para los sushi proviene de Japón, como en el «Lexington Grill» donde la carne es conservada en un lugar seco durante 4 semanas a 4 grados con el fin de dejarla madurar. ¡El resultado es increíble!
En estos restaurantes sólo se trabajan los productos de primera calidad. ¡Todo un lujo!
Una figura que me ha impactado enormemente ha sido el Señor Andre Herrenschmidt, Director General del hotel. No sólo por su presencia sino también porque cuenta, mejor que nadie, la experiencia desde su núcleo.
Nos hemos bebido sus palabras como un néctar, y nos ha transportado desde la concepción del hotel hasta la conexión con la experiencia emocional y el tránsito por el mundo del cine…, pasando por las diferentes formas del Mundo Árabe reconocidas por los neófitos y también apreciadas por los no iniciados. Este hombre ve lo que otros no ven, o lo que no se atreven a ver. No me atrevería a decir que el éxito de este lujoso hotel se le debe personalmente, pero si me arriesgo a afirmar que él es una de las personas claves para su logro.
Y como todo buen líder, compuso su equipo, a su imagen y semejanza.
¡Qué difícil me resulta dejaros esta vez, mis queridos lectores, me gustaría poder seguir contando todo lo vivido, toda la magia de Ras al-Jaima…! Quizás porque así lo viviría de nuevo con vosotros… Una y otra vez…